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Ares tenía una economía dependiente de la mar, una parte importante de sus habitantes eran pescadores de bajura. Lo más abundante en la ría era y continúa siéndolo la pesca de la sardina con redes de cerco. Ares era considerado como un emporio sardinero, con sus salazones, sus pilos y tabales, con exportaciones que se efectuaban con gran dificultad debido a una precaria red de comunicaciones. La abundancia o escasez de esta especie y su captura tenía un comportamiento irregular, había años de abundancia y otros de escasez. Se aceptaban estos vaivenes con la misma paz que el viento o la lluvia.
Para conservar las sardinas eran sometidas a un proceso de salazón y prensa, conservándose posteriormente en barricas y cajas de madera para ser transportadas a larga distancia. En verano eran enviadas a Castilla para sustento de los segadores. También se prepara en forma de arenque, se echa en pilos, que son depósitos de cemento a los que se les echa agua y sal, con objeto de obtener la salmoera; la sardina se echa en estos pilos y permanece por espacio de tiempo de diez a doce días.
Para saber cuando el agua tiene la sal necesaria, se echa una patata mediana y debe flotar a la mitad. La sardina se saca del pilo y se pone en tabales, que es una cesta cilíndrica de madera, se prensan y quedan listas para la venta. Si tiene mucha grasa al prensarla suelta el saín que antiguamente se usaba para alumbrado y pintura de aceite. La sardina más propia para el arenque es la capturada desde septiembre hasta mediados de diciembre.
Este procedimiento de salazón ya era utilizado por los romanos a mediados del siglo XVIII. Los “fomentadores” catalanes se instalaron en la villa para la explotación de la salazón por el procedimiento del holandés Berkey.
La guerra por la sardina.
Pleito gallego-catalán sobre artes de pesca en las costas de Galicia desde 1.750 a 1.890:
“La llegada de los fomentadores catalanes a Galicia supone un hito de referencia para comprender la pesca gallega de los dos últimos siglos. El intenso proceso de cambio que provocaron en la actividad pesquera puso los cimientos de lo que hoy es la pesca en Galicia y la estructura empresarial de este sector. A la revitalización económica de Galicia en el silo XVII, contribuyeron sustancialmente unos hombres procedentes del noroeste peninsular: los fomentadores catalanes. Los cuales por seer dueños de recursos, sistema empresarial, técnica innovadora y espíritu de iniciativa, coadyuvaron muy decisivamente a esta revitalización económica de una Galicia marítima, proyectando su vida pesquera sobre nuevas bases y quehaceres. Y aunque muchos de estos capitanes de la industria solían retornar a Cataluña, después finalizada la costera, la mayoría de catalanes adquirieron carta de vitalicia vecindad en Galicia, de suerte que en transcurso de unos pocos años llegarían a manejar un caudal considerable, fruto del alto lucro mercantil que les proporcionó el negocio de pesca y salazón de la sardina. Un hecho que dificultará extraordinariamente las buenas relaciones de los intrusos catalanes con los pescadores nativos. Por otra parte viene de siglos atrás el grado litigante e indisciplinado que dominaba en aquella época el modo de ser galaico del que no se libraban las artes de pesca. Con una legislación llena de continuas contradicciones, pródiga en infinitos litigios poniendo en evidencia un sinfín de rivalidades entre puertos y gremios pesqueros, con pugnas por cuestión de aguas jurisdiccionales, rebeldías de mareantes ante la presión tributaria o abusivas ingerencias de autoridades civiles, militares y eclesiásticas. Seria menos grave si no sucediese en unas costas, donde la sardina constituye uno de los tesoros más preciosos. Porque la sardina es el principal sustento de una inmensidad de familias. Las mayores dificultades surgían cuando había que utilizar tal o cual sistema de aparejo. Tal ocurrió con los llamados fomentadores catalanes, porque emplearon en los mares de Galicia la jábega como principal arte de pesca. Empleo que venía a desbancar a los aparejos tradicionales (Chinchorro o el trabuquete) y que suscitaría a lo largo del XVIII una airada, y por momentos muy violenta, oposición por parte de los pescadores gallegos”.
En la actualidad, en Ares, solo existen tres barcos dedicados a la pesca de la sardina, utilizando redes en la modalidad de cerco. Disponen de
todos los adelantos modernos, mecánicos e informáticos. Se puede decir que está ya en una fase residual, ocupan a muy poca gente (siete u ocho tripulantes cada uno), y su incidencia en la economía del pueblo apenas perceptible en lo que a los marineros se refiere, no así en el caso de los armadores y patrones de pesca, que con un poco de suerte obtienen sustanciosos beneficios.
Los almacenes de salazón desaparecieron en su totalidad, por el progreso alcanzado en la conservación con hielo, en fresco, y las fábricas de conservas para una larga duración, su consumo y exportación.
Por iniciativa de un descendiente de familia que poseía una fabrica de salazón, se recuperó uno de aquellos almacenes, transformándolo en un museo taberna, que se halla situado en la calle Santa Bárbara, nº 3 de Ares, y de la que se aporta documentación gráfica.
ARES, junio 2.011.
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